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Entrevistas y noticias sobre ManáEl grupo mexicano Maná ofreció un show vibrante e "inolvidable" en el Gigante de Arroyito
La popular banda de Guadalajara reunió una multitud en el estadio de Rosario Central. Tocó sus grandes éxitos y también los temas de su último álbum, "Drama y luz". A lo largo de dos horas y med“Inolvidable”, dijo Fher en un momento de la noche. Y no era una frase hecha. Tanto fue así que el cantante se la pasó diciendo que “esta es una bella noche” cuando los relámpagos amenazaban con una lluvia que por suerte nunca llegó. Maná ofreció un show emotivo e intenso el jueves en el estadio de Rosario Central. Fueron dos horas y media de bellas canciones, en donde Fher vivió una velada única. Homenajeó a su madre y su hermana fallecidas en 2010 _como un juego del destino ambas llamadas Rosario_, y festejó su cumpleaños número 52 ante miles de fans. Drama y luz. El reloj marcó las 21.33 y se apagaron las luces del estadio. De pronto sonó la 5ª sinfonía de Ludwig van Beethoven y se confundió con el griterío de la gente, un público variopinto que iba desde quinceañeras enamoradas hasta rockeros canosos barrigones y por qué no desde sugerentes chicas de 30 tatuadas hasta prolijos señores de 60 bien llevados, que alguno se animó a darle un piquito a su esposa en la previa para que los vean en la pantalla gigante. Y allí fue Maná, con el “Drama y Luz Tour”. Detrás de un tul grisáceo, Fher comenzó a entonar “Lluvia al corazón” y el juego de imágenes en dos planos fue la primera sorpresa de la fiesta. “Esta noche la vamos a pasar de puta madre”, dijo Fher, en una frase que también dijo en Vélez Sársfield pero dado que el público se renueva fue igual de efectiva. Maná ofreció un menú donde combinó clásicos de toda su carrera con los temas de su último trabajo. Pero lo atrapante fue que a lo largo de dos horas y media el ritmo nunca decayó, ni siquiera en los momentos en que Fher hizo explícito su duelo en “Vuela libre paloma”. La banda mexicana transitó su variada paleta de colores. Desde su costado más romántico y frívolo (“Oye mi amor”) hasta el más hot (“Amor clandestino”, “Mariposa traicionera”), pasando por su veta de pop-rock (“Clavado en un bar”) y por qué no su perfil más comprometido (“Latinoamérica”). Si algo tiene esta banda es que jamás aburre. Si lo hiciese sería un error gravísimo teniendo a Alex González en sus filas. El baterista y dueño del grupo junto con Fher ofreció, como en cada show, una galería de recursos que está más a favor del espectáculo y de lo circense que de lo estrictamente musical. Pero es innegable que surte efecto. Su solo de diez minutos, sobre un escenario que rota y se eleva, demostró virtuosismo y una velocidad llamativa para percutir sobre los tambores. Fueron varios los momentos de luz. Y no sólo para Maná, sino más aún para la gente. Especialmente para dos personas. Uno fue el guitarrista que subió a escena invitado por la banda, a partir de un concurso que el grupo de Guadalajara realiza para lanzar nuevos valores. El popero “Me vale”, del disco “Donde jugarán los niños”, fue la excusa para que el joven haga un intenso dueto con el siempre dúctil Sergio Vallín. La otra que no durmió la noche del jueves fue Miriam, de Casilda. La joven fue invitada por Fher a subir a una plataforma ubicada en medio del césped, otra perlita del show. Es que allí se instaló un escenario para que los Maná ofrecieran un set unplugged. En ese formato tocaron “Cachito”, “Se me olvidó otra vez”, “Eres mi religión”, “Si no te hubieras ido” y “Vivir sin aire”, donde la casildense cumplió el sueño de la piba. Maná no escapa al tic de los lugares comunes de todos los grupos extranjeros que pisan suelo argentino. Que las chicas más bonitas son las nuestras, que es la tierra del buen vino y, desde ya, decir varias veces Rosario, que en este caso tenía una connotación más que especial. Fher hasta se animó a una pequeña competencia con los porteños con su: “griten fuerte para que se escuche en Buenos Aires”. La tentación hacia lo obvio pudo más y se tuvo que calzar la camiseta de la selección argentina, y con el número 10, claro. “Me la pongo porque de aquí es el mayor jugador que hay hoy en el mundo: Messi, de Rosario, Argentina, cabrón”, arengó, y para coronar la supuesta hermandad de países levantó una bandera mixta argentino-mexicana. El final del show llegó con “Déjame entrar” y “Clavado en un bar”, y los bises no se hicieron esperar. “Labios compartidos”, la eterna “El muelle de San Blas” y la torta de cumpleaños con el “Cumpleaños feliz”, a coro, por una cantidad estimada en más de 15 mil almas. Era la medianoche, los Maná agradecían, de fondo las imágenes decían “Gracias Rosario” y se leía “Amor, Paz, Esperanza”. Maná se despidió a lo grande. Bendita su luz.